Mateo 14:20-36
Todos comieron y se saciaron, y se recogieron los pedazos que sobraron: ¡doce canastos llenos! Los que habían comido eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Inmediatamente después Jesús obligó a sus discípulos a que se embarcaran; debían llegar antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Jesús, pues, despidió a la gente, y luego subió al cerro para orar a solas. Cayó la noche, y él seguía allí solo.
La barca en tanto estaba ya muy lejos de tierra, y las olas le pegaban duramente, pues soplaba el viento en contra. Antes del amanecer, Jesús vino hacia ellos caminando sobre el mar. Al verlo caminando sobre el mar, se asustaron y exclamaron: “¡Es un fantasma!” Y por el miedo se pusieron a gritar.
En seguida Jesús les dijo: “Animo, no teman, que soy yo”. Pedro contestó: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti caminando sobre el agua”. Jesús le dijo: "Ven”. Pedro bajó de la barca y empezó a caminar sobre las aguas en dirección a Jesús. Pero el viento seguía muy fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: "¡Señor, sálvame!". Al instante Jesús extendió la mano y lo agarró, diciendo: "Hombre de poca fe, ¿por qué has vacilado?".
Subieron a la barca y cesó el viento, y los que estaban en la barca se postraron ante él, diciendo: "¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!".
Terminada la travesía, desembarcaron en Genesaret. Los hombres de aquel lugar reconocieron a Jesús y comunicaron la noticia por toda la región, así que le trajeron todos los enfermos. Le rogaban que los dejara tocar al menos el fleco de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron totalmente sanos.
Palabra del Señor
Se hace difícil muchas veces seguir a Jesús desde nuestras comodidades, desde esas falsas seguridades en que nos aferramos y que vamos instituyendo, que son todas las cosas efímeras en la que nos apoyamos, como el dinero, el poseer o tener objetos, situaciones en las que nos creemos más que los demás, en la profesión que nos crea un perfil o en el trabajo, entre otras. Todas estas cosas enumeradas anteriormente son necesarias para vivir actualmente en nuestra sociedad, pero los invito, a que podamos ampliar esos horizontes.
Para buscar la verdadera seguridad que viene de Dios, tenemos que seguir a Jesús que nos invita a salir de esa barca de falsas seguridades en la que nos encerramos, y dar el salto hacia el abismo de la inseguridad. En ese momento en el que nos decidimos a saltar, quitamos todas las cosas que creemos que llenan nuestra vida o, con las cuales nos sentimos seguros. Pasamos de ese estado a sentir un vacío en nosotros, una fragilidad propia del ser humano, que es esto mismo el motivo por el que nos aferramos a esas cosas, para no enfrentar esto. Como consecuencia de dar este salto, rompemos con todas las barreras que nos vamos creando y que involucran las pretensiones, inseguridades, miedos y la desconfianza, que muchas son producto de donde decidimos reclinar la cabeza, en lo propio de lo mundano o en Dios, en lo que nos ofrece él y en su proyecto.
No hay que desesperar a dar este paso, no es nada fácil, para lograrlo debemos tener una confianza plena en Jesús, o sino, el miedo, la inseguridad del vacío y la propia fragilidad va a llevarnos dentro de la barca otra vez. Pidamos a Dios una fe inquebrantable y la voluntad para poder salir de nuestra prisión, en la que cada uno se encuentra enjaulado.
Muchas veces perdemos el norte cuando son las cosas materiales nuestra prmeras necesidades. Todas nuestras comodidades, el dinero, la casa comodo y confortable nos hace sentir que ya lo tenemos todo, que ya cubrimos la meta y esto no esta nada mal, no, lo que esta mal es creer que eso lo es todo en la vida. Si dedicamos algo a Dios pero como una obligación, una regla por que si no nos va quitar todo. ¡Aquí esta el meollo de la vida! el no conocer a Dios. Amen
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