Al Padre
Padre Celestial, Dios nuestro. Tu amor es tan inmenso que
está disperso en la tierra, los mares, el cielo y en nuestros corazones, cuando
nos diste tu espíritu y nos llamaste tus hijos.
Haz en mí tu voluntad. Abro mi corazón para recibirte y
puedas obrar en mí, para producir los frutos de tu gracia. Junto a tu hijo
Jesús, que vive en nuestros corazones y reina contigo.
Eres la fuente de vida de nuestros días en la tierra y en la
eternidad, la verdad y el camino a seguir. A tu lado no temeré las tempestades
y buscare por siempre tu reino. No dejes que nada nos separe, hoy solo quiero
estar contigo.
Al Hijo
Jesús, maestro de maestros, arquitecto de templos
celestiales, buen pastor.
Tú me buscaste e iluminaste en las tinieblas.
Me llamaste por mi nombre bendiciéndome.
Me llevaste de regreso con el rebaño.
Sanaste mis heridas.
Me invitaste al reino de los cielos para vivir y contemplar
eternamente el rostro de Dios.
Vivo por ti, Jesucristo nuestro señor.
Al Espíritu Santo
Espíritu Santo, Espíritu de Dios, tú me conoces desde el
momento de mi concepción en el seno de mi madre, fuiste tú quien me creaste y
con tu soplo me formaste.
No quiero pasar más tiempo lejos de ti, hoy sé que la vida sin
ti sería vacía y no tendría sentido.
Nunca me abandonaste, cuando creí que estaba solo, cansado,
agobiado y sin esperanzas, vos estabas a mi lado, acompañándome. Y cuando
tropecé, me ayudaste a levantar, y cuando ya no podía más, me cargaste sobre tu
hombro. Me diste aliento a seguir.
Te pido Señor que descienda tu espíritu sobre nuestros
corazones, hoy y por siempre, y nos enseñes a amar, rezar, vivir y aumentes
nuestra fe. Para servirte y anunciar tus enseñanzas en todo lugar y en todo
momento.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario